Un dia Conmigo

Un minuto libre también es vida

Un minuto libre.
Eso, para mí, también es vida. Sentarme a hacer lo que más me gusta: escribir. Poner en palabras lo que me pasa a diario, lo que siento, lo que pienso y todo aquello que quiero compartir con el mundo. Escribir es un regalo, una elección consciente, una parte de la vida que he decidido vivir.

Proyectarse, visualizarse, verse en el futuro… a veces de forma consciente y otras de manera inconsciente. Así vamos descubriendo que tenemos una forma de pensar profundamente arraigada, una preconcepción de cómo debería ser nuestra vida. Y muchas veces queremos moldear nuestra realidad para que se parezca lo más posible a esa idea. Pero cambiarla, soltarla o transformarla no siempre es fácil, y por eso nacen tantos conflictos internos.

Ser mamá, claro que fue un sueño.
Ese sueño de tener un bebé en brazos todo el tiempo, de darle amor, ternura, protección. De criarlo “diferente”, incluso de juzgar —en silencio— las decisiones de otros porque no encajaban en mis propias creencias.

Nunca se tiene en cuenta que la etapa de bebé pasa tan rápido que, cuando menos lo esperas, solo queda en los recuerdos. Y entonces te enfrentas a un ser humano con carácter propio, con una forma única de sentir y de ver el mundo, y descubres que también debes aprender a manejarte a ti misma en ese proceso.

Al principio todo fue amor desbordado. Horas interminables en brazos, una conexión tranquila, una interacción suave. Con el tiempo, ese pequeño ser comenzó a descubrir el mundo de una manera tan profunda que muchas veces los adultos no alcanzamos a notar. Porque los niños perciben lo que los grandes no ven, y esa es una gran verdad.

He podido comprobar que un bebé que crece en un ambiente tenso o cargado emocionalmente se convierte en un niño sensible, con dificultades para regular sus emociones. Lo he vivido. En momentos en los que, como padres, hemos tenido discusiones o conflictos internos, nuestro hijo se vuelve más lloroso, más vulnerable, más necesitado de presencia. Solo quiere estar con mamá. Y eso habla más de nosotros que de él.

El tiempo pasó. Y hoy estamos a punto de cumplir diez años juntos como familia. Por eso he decidido retomar conscientemente nuestra relación, fortalecerla y establecer pequeñas reglas que nos ayuden a que el amor siga creciendo de la mejor manera.

Algunas de ellas son simples, pero poderosas:

  1. Jamás irnos a la cama sin un beso.

  2. Jamás irnos a dormir sin orar juntos.

  3. Inculcar la oración en familia como base para mantenernos unidos.

  4. Cero computadores en la cama antes de dormir, salvo cuando el trabajo lo exija; para eso está el escritorio.

Porque los sueños no deben quedarse atrás.
Porque la vida merece ser vivida con intención, con luz y con conciencia.
Que tu camino ilumine el de otros.
Que vivas de una forma diferente.
Y que vivas, siempre, de la mejor manera posible.

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